Es claro que nos toca irnos independizando cada vez más y más de la mente.
La mente es un calabozo, una cárcel donde todos estamos prisioneros. Necesitamos evadirnos de esa cárcel si es que realmente queremos saber qué cosa es la libertad Ante todo, debemos considerar a la mente como algo que no es del Ser.
Hay escuelas que se dedican a fortalecer la mente. Dan cursos por correspondencia, enseñan a desarrollar la fuerza mental, etc., mas todo eso es absurdo.
No es fortificando los barrotes de la prisión donde estamos metidos, lo indicado, lo que necesitamos es destruir esos barrotes para conocer la verdadera libertad La mente, en sí misma, es una cárcel muy dolorosa, nadie ha sido feliz con la mente.
Hasta la fecha no se ha conocido el primer hombre que sea feliz con la mente. La mente hace desdichadas a todas las criaturas, las hace infelices.
Los momentos más dichosos que hemos tenido todos en la vida, han sido siempre en ausencia de la mente, La mente no sabe qué cosa es felicidad, ¡ella es una cárcel!
La mente, en sí, es el Ego. Pero es urgente destruir el Ego para que quede la substancia mental con la que se puede fabricar el cuerpo mental.
Pero siempre queda la mente.
Lo importante es liberarse de la mente, y siendo libres de ella, hay que aprender a desenvolvernos en el mundo del Espíritu Puro sin la mente. Saber vivir en esa corriente del sonido que está más allá de la mente y que no es del tiempo. En la mente, lo que hay es ignorancia.
La real Sabiduría no está en la mente, está más allá de la mente. La mente es ignorante y por eso cae y cae en tantos errores graves.
Cuán necios son aquéllos que hacen propagandas mentales, aquéllos que prometen poderes mentales, que les enseñan a otros a dominar la mente ajena, etc. La mente no ha hecho feliz a nadie.
La verdadera felicidad está mucho más allá de la mente. Uno no puede llegar a conocer la felicidad hasta que no se independice de la mente. Los sueños son propios de la inconsciencia. Cuando uno despierta conciencia, deja los sueños. Los sueños no son sino proyecciones de la mente.
Recuerdo cierto caso vivido por mi en los mundos superiores. Fue solamente un instante de descuido. Vi cómo se me salió de la mente un sueño. Ya iba a comenzar a soñar y reaccioné entre el sueño que se me escapó por un segundo, pero como me di cuenta del proceso, rápidamente me alejé de esta forma petrificada que escapó de mi propia mente. ¿Qué tal que hubiera estado dormido?, ahí hubiera quedado enredado en esa forma mental. Cuando uno está despierto, sabe inmediatamente que en un momento de desatención se puede escapar un sueño y queda uno enredado toda la noche hasta el amanecer.
Lo que importa en nosotros es despertar la conciencia para dejar de soñar, para dejar de pensar. Este pensar, que es materia cósmica, es la mente. Hasta el mismo Astral no es más que la cristalización de la materia mental y el mundo físico es también mente condensada. Así pues, la mente es materia y muy grosera, sea en estado físico o en el estado llamado astral ‑‑manásico, como dicen los indostanes. De todas manera es la mente grosera y material, tanto en lo astral como en lo físico.
La mente es materia física o metafísica, pero materia. Por lo tanto, no puede hacernos dichosos. Para conocer la auténtica felicidad, la verdadera Sabiduría, debemos salirnos de la mente y vivir en el mundo del Ser, eso es lo importante.
No negamos el poder creador de la mente, es claro que todo lo que existe es mente condensada. Pero, ¿qué ganamos con eso? ¿Acaso la mente nos ha dado felicidad? Podemos nosotros hacer maravillas con la mente, crearnos muchas cosas en la vida.
Los grandes inventos son mente condensada pero este tipo de creaciones no nos ha hecho felices. Lo que necesitamos es independizarnos, salir de ese calabozo de la materia porque la mente es materia.
Hay que salirnos de la materia, vivir en función de espíritus, como seres, como criaturas felices más allá de la materia. A nadie le hace feliz la materia, la materia siempre es grosera aunque asuma formas hermosas. Si nosotros buscamos la auténtica felicidad, no la encontraremos en la materia sino en el espíritu.
Necesitamos libertarnos de la mente. La verdadera felicidad viene a nosotros cuando nos salimos del calabozo de la mente.
No negamos que la mente pueda ser la creadora de las cosas, de los inventos, de las maravillas y de los prodigios, pero, ¿acaso, eso nos da la felicidad? ¿Cuál de nosotros es feliz? Si la mente no nos ha dado la felicidad, tenemos que salirnos de la mente, buscarla en otra parte y obviamente que la encontraremos en el mundo del espíritu.
Pero, lo que tenemos que saber es cómo evadirnos de la mente, cómo liberarnos de la mente, ése es el objeto de nuestras prácticas y estudios que he entregado en los libros gnósticos y en este Tratado de la Revolución de la Dialéctica.
En nosotros existe un tres por ciento de conciencia y un noventa y siete por ciento de subconsciencia. Lo que tenemos de consciente debe dirigirse a lo que tenemos de inconsciente o subconsciente para recriminarle y hacerle ver que tiene que convertirse en consciente. Pero hay necesidad que la parte consciente recrimine a la parte subconsciente. Esto de que la parte consciente se dirija a la parte subconsciente, es un ejercicio psicológico muy importante que se puede practicar en la aurora, así, las partes inconscientes poco a poco se van volviendo conscientes
Cuando juiciosamente vemos que hay necesidad de llamarle la atención a la mente, hay un punto critico en el que uno se ha cansado con la mente que no quiere ya obedecer en ninguna forma, entonces no queda más que recriminarla, hablarle fuerte, tratarla frente a frente, cara a cara como a un sujeto extraño a inoportuno. Se le tiene que azotar con el látigo de la voluntad, recriminarla con la palabra dura hasta hacerla obedecer. Hay que platicar muchas veces con la mente para que entienda.
Si no entiende, pues hay que llamarla al orden severamente. No identificarse con la mente es indispensable.
Hay que azotar a la mente, subyugarla: si ella sigue violenta, pues nosotros tenemos que volver a azotarla. Así nosotros nos salimos de la mente y llegamos a la Verdad. Aquello que ciertamente no es del tiempo.
Cuando nosotros logramos asomarnos a eso que no es del tiempo, podemos experimentar un elemento que transforma radicalmente. Existe cierto elemento transformador que no es del tiempo, que solamente se puede experimentar cuando salimos de la mente. Hay que luchar intensamente hasta conseguir salir de la mente para lograr la auto‑realización íntima del Ser.
Una y otra vez necesitamos independizarnos de la mente y entrar en la corriente del sonido, el mundo de la música, en el mundo donde resuena la palabra de los Elohim, donde reina ciertamente la Verdad. Mientras estemos embotellados entre la mente, ¿qué podemos saber de la verdad?, lo que otros dicen. Pero, ¿qué sabemos nosotros?. Lo importante no es lo que otros dicen sino lo que nosotros experimentamos por sí mismos. Nuestro problema está en cómo salimos de la mente.
Para ello, nosotros necesitamos ciencia, sabiduría para emancipamos y ésta se halla en la Gnosis Cuando creemos que la mente está quieta, cuando creemos que está en silencio y sin embargo no viene ninguna experiencia divina a nosotros, es porque no está quieta la mente ni en silencio. En el fondo, ella continúa luchando. En el fondo, ella está parloteando. Entonces, a través de la meditación, nosotros tenemos que encararla, platicar con ella, recriminarle a interrogarle qué es lo que quiere.
Decirle: ¡Mente!, pero ¿Por qué no estás quieta? ¿Por qué no me dejas en paz? La mente dará alguna respuesta y nosotros le contestaremos con otra explicación tratando de convencerla y si no quiere convencerse, no quedará más remedio que someterla por medio de la recriminación y el látigo de la voluntad
El dominio de la mente va más allá de la meditación de los opuestos. Así, si por ejemplo, nos asalta un pensamiento de odio, un recuerdo malvado, pues hay que tratar de comprenderlo, tratar de ver su antítesis que es el amor.
Si hay amor, ¿por qué ese odio? ¿Con qué objeto? Independizarnos de la mente es importante para conocer lo real, no para conocerlo intelectualmente sino para experimentarlo real y verdaderamente.
En la mente es donde se gestan el ateísmo y el materialismo. Estos son formas de la mente, formas ilusorias que no tienen ninguna realidad.
Lo que verdaderamente es real no pertenece a la mente, lo que ciertamente es real, está más allá de la mente.
Mientras estemos en la cárcel del intelecto, no seremos capaces de experimentar la verdadera libertad.
martes, 27 de enero de 2009
El dominio de la mente
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